• Sinopsis

    Julietta es una joven mujer que es atropellada de noche en las calles de Waterbill City, donde es salvada por un vampiro y mas tarde recogida por su mejor amiga, Isabella Vantherfiel, la cual le ayuda en su nueva vida como neófita. Ahora ha vuelto al pueblo...

  • Personajes

    Conoce a cada personaje de esta historia de vampiros, brujas, licantropos, demonios, ángeles... ¿A que esperas? Adentrate en las afueras de Richmond

  • Capitulos

    No te pierdas ningún capitulo de esta historia. Adentrate en este viejo pueblo y averigua que es eso oscuro que acecha a nuestros personajes.

  • Galería

    Fotos de cada capitulo de la historia y más. ¿Te lo vas a perder? ¡Échale un vistazo!

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sábado, 8 de febrero de 2014

Capitulo 1 - El despertar de los Lycant's (Parte 2)

Vuelve a Cap.1 El despertar de los Lycant's (Parte 1)

Él ni se inmutó, parecía como si hubiera visto un espectro o algo parecido. En apenas segundos Orión se levantó a una velocidad casi inhumana, tirando su bebida sobre las llamas de la chimenea. Apoyó sus manos sobre la pared y agachó su cabeza observando el suelo recién encerado. Frunció el ceño y sus ojos se tornaron de un color oscuro. Isabella permanecía sentada en el sillón, muda. Observándole demasiado preocupada. Orión llevó su mano al bolsillo de sus tejanos grises y sacó su  móvil. Marcó varios números y se lo colocó en la oreja.

—Tenemos que reunirnos—dijo hablando por el teléfono. Su voz era entrecortada y bastante grave.—Ahora.
Colgó y velozmente cogió su chaqueta del perchero de la entrada.
—¿A donde vas?—preguntó Isabella, volteándose a verle.
—Esto es serio, Bella. Tengo que irme, cuando te vayas cierra la puerta—le comentó y salió escopeteado del lugar, entrando a su coche.
Mientras la joven permanecía en aquella morada, Orión condujo hacia el sur de Richmond, cerca de los limites del pueblo. Aparcó junto algunos coches mas que se encontraban allí, frente a una gran construcción aislada entre pinos y cipreses. Ladrillos pintados con un granate demasiado oscuro y finas lineas blancas que combinaban perfectamente con el tejado. Las columnas de la entrada a donde se dirigía Orión estaban envueltas por una enredadera. En ellas florecían pequeñas rosas de un rojo demasiado oscuro que parecían negras. Al entrar al vestíbulo vislumbró a una joven con una melena rojiza llena de saltarines rizos. La chica se volteó y el pudo observar aquellos ojos rojos como la sangre y su rostro casi perfecto. Ella sonrió levemente y se acercó a él.
—Hermano...—le dedicó un abrazo fuertemente.—Me tienes preocupada.
—Arianna, que bueno verte...
Concluyendo el abrazo, la pelirroja frunció el ceño observando la cara de su hermano. Nunca le había visto así, tenía algo extraño y oscuro en su mirada.
—¿Qué ocurre?
—Ten paciencia—le sugirió.—¿Dónde están los demás?
—En el salón, te estábamos esperando.
Los dos caminaron hacia la sala y entraron sin golpear. Allí esperaban sentados varias personas. Una mesa redonda ocupaba el centro de la sala, y sillas a su alrededor. Una joven rubia apoyó sus manos sobre la mesa y fijó la mirada en Orión. Tenía el pelo extremadamente claro, y los ojos azules como zafiros. Mantenía una contextura digna de una atleta, y unas curvas que realzaban su figura.
—Espero que sea algo importante, Orión.—dijo ésta con seriedad. Su voz era agradable para los oídos y bastante aguda—El tiempo es oro.
—No cuando eres inmortal, querida Victoria...—le respondió con una sonrisa pícara entre dientes—Por favor, tomen asiento.
Todos se sentaron en las sillas, inquietos y ansiosos por saber que ocurría. Era la primera reunión de las tres familias de Vampiros Arcanos desde hace dos años, la última era para resolver una epidemia de Lycants que habían tomado como hogar el bosque. El silencio cubrió la lujosa sala y Orión se levantó lentamente, mirando a los presentes.
—Tenemos una nueva neófita en el pueblo...—comentó por fin, soltando un leve suspiro de resignación—Al parecer alguien la convirtió cuando estaba a punto de morir.
—¿Quien ha sido?—preguntó curiosa Jane, la hermana pequeña de Orión, observando fijamente a cada uno. Su cabello platino permanecía recogido en una esbelta coleta, pero algunos pelos yacían sobre su rostro pálido.
—No lo sé...—dijo él agachando la cabeza—Pero juro que cuando encuentre a ese maldito desgraciado, sufrirá por lo que hizo.
Uno de los miembros de la familia Malkeivian, Nicolás, permanecía inquieto. En su mirada azulada que permanecía agachada, se podía percibir un cierto nerviosismo que llamó la atención de Victoria Surian. La vampiresa frunció el ceño extrañada por las acciones del chico y se levantó levemente.
—¿Qué hay de malo en convertir a un humano en vampiro cuando está a punto de morir?—preguntó Victoria—Todos lo hemos echo alguna vez...
—No lo entiendes, querida. Nos pone en riesgo esta situación, dijimos de no convertir  a mas humanos.
—¿Quien es la neófita?—dijo una voz femenina procedente de la entrada. Una joven de cabello oscuro y ondulado apareció por la puerta, de brazos cruzados.  Una juguetona sonrisa apareció en sus rojos labios, haciendo voltear a todos.
—Llegas tarde, Regina...—comentó seriamente Arianna.—¿Te sugiero algo? Comprate un reloj.
Tal comentario hizo que la sonrisa de la chica desapareciera. Esta bajó las pequeñas escalerita, contoneando sus caderas de lado a lado y observó a Orión con desdén.
—He echo una pregunta.
Orión soltó un leve suspiro y miró a la vampiresa a los ojos. Ésta permanecía callada, con esperanza de una respuesta.
—La neófita es Julietta Benedetto—confesó.
Se pudo notar algunos rostros sorprendidos en la sala. El ambiente pareció enfriarse e Isaac, con una copa de vino en la mano, comentó:
—Una Benedetto...—comentó arrascandose el mentón.—, hace tiempo que no se escucha ese apellido. Parece que no se exterminó del todo a esa bastarda familia.
—Solo pido que no se vuelva a repetir tal acto. Debemos de asegurar nuestra raza y mantener el linaje limpio, como siglos atrás. Daré caza a ese malnacido que le convirtió, es todo.—dijo concluyendo la reunión.
Todos se levantaron de su sitio, consternados por la noticia. Cada uno volvió a su destino, y Victoria apartando a los presentes, buscando el despeinado cabello de Nicolás. Tenía que hablar con el, era su amigo y sabía perfectamente que le pasaba algo. Tras bajar las escaleras de la entrada, llegó a las zonas del jardín, donde aún la gente se despedía. Victoria miraba a todos lados, preguntándose si él se había ido.
—Nicolás, ¿donde estás?—preguntó casi gritando, para asegurarse de que le escuchaba.
Unas manos frías taparon su boca y la llevaron detrás de unos rosales. Victoria en acto de defensa, golpeó al individuo y lo tiro al suelo.
—Eres mas fuerte de lo que pensaba—dijo éste con una voz entrecortada por el golpe.—No pierdes tu toque, ¿eh?
—¡Nico!—exclamó suspirando Victoria.—No vuelvas a hacer eso, me asustaste.
—Ya bueno, no es para tanto—le pidió mientras se levantaba del suelo, quitando los restos de hierva mojada de su chaqueta.
—¿Qué te ocurre? Te he notado algo raro ahí dentro...
—Verás...—comentó agachando la cabeza, sintiéndose culpable.—Soy un monstruo, debí controlarme.
—¿A que te refieres con lo de monstruo?—preguntó frunciendo el ceño y llevándose las manos a la cadera.—Nicolás Malkeivian, ¿qué has echo?
Nicolás tragó saliba y le miró profundamente a los ojos.
—Yo fuí quien convirtió a Julietta.—dijo casi susurrando, para que lo le escucharan.—Debí abstenerme...pero no pude. No pude dejarle morir sobre el asfalto.
—No, no lo hiciste adrede. Podía a ver muerto, y era mejor para ella.—Le consoló, poniendo su mano en el hombro de Kol. Le miró a los ojos y notó culpabilidad en ellos, ni siquiera brillaban.—No estés triste, hiciste lo mejor.
Victoria frunció el ceño al percatar la respiración de una tercera silueta detrás de ella. Se apartó de Nicolás y giró sobre si misma, encontrándose con la silueta de Orión. Ésta retrocedió unos pasos atrás hasta toparse con Nicolás. Les había escuchado, y no parecía estar de buen humor.
—Vaya, tenemos un culpable por aquí...
—Orión, basta—dijo seriamente Victoria—El no tiene la culpa.
—Estos son asuntos de mayores, Surian. Lárgate.
Nicolás apartó a Victoria temiendo que le pasara algo y la puso detrás de él. Orión en cuestión de segundos se abalanzó hacia él, tumbándolo en el suelo. Apretaba con suma fuerza el cuello del joven con ambas manos.
—¿¡Quién te manda a convertirla, imbécil!?—bufó forcejeando con los brazos de Nicolás.
—¡Suéltalo!—gritó Victoria, notando la ira del vampiro. Y en pocos segundos intentó apartarlos y recibió como respuesta un fuerte golpe en el vientre.—¡Agh!
Nicolás cogió impulso y con sus piernas retiró a Orión de encima suya. Se levantó ajustándose su gabardina y miró a los ojos enfurecidos de su contrincante. Luego miró ligeramente a Victoria algo adolorida apoyada sobre uno de los arboles que había cerca.
—¿Quieres pelea?—preguntó vacilante, cogiendo una rama afilada de los arbustos y la partió por la mitad con un golpe seco en su rodilla.—Adelante.
—Te ves patético. Sabes perfectamente que no puedes conmigo, Nicolás...—no pudo dejar escapar una risa irónica.
—¿Cuando fue la ultima vez que te alimentaste? ¿Dos, tres meses? Estás débil—dijo acercándose a él.—, puedo olerlo...
Acto seguido le hincó la rama en el estomago. Orión gimió de dolor  y velozmente se la quitó, cogiendo a Nicolás del cuello.
—Tu eres el débil aquí.—dijo tirándolo al suelo junto a el.—Tu eres el que hace años no pruebas sangre humana...—En sus ojos se formó una veta rojiza, consumida por la ira.—Has puesto en peligro a todos convirtiendo a esa chica en vampiro. Pusimos unas reglas que tu también debías cumplir. Si a ti te da igual que tu hermana muera, allá tu. Pero es mi familia, mis amigos, mi ciudad y mis reglas.
—¿Y si alguien las rompe?
—Muere.
—Que pena que no puedas matarme. Soy igual que tu Orión. También son mi familia, mis amigos, mi ciudad y mis reglas. Yo decidiré si las rompo o no.
En ese momento, Arianna atraída por los gritos, acudió a ver lo que pasaba. Tal fue su sorpresa que no dudó en separar a su hermano, cogiéndolo del cuello. Victoria rápidamente, corrió a ayudar a el joven de cabello castaño, y éste se levantó, apoyándose en ella. Aún se le notaban las marcas en su cuello, pero en apenas segundos desaparecieron por completo.
Arianna colocó sus manos en el rostro pálido de su hermano, percatándose de sus ojos negros que trasmitían frialdad a quien mirara. Eso le extrañó, no era propio de él.
—¿Se puede saber que te pasa, Orión?—preguntó enfadada Arianna.—Victoria, llévate a Nicolás de aquí, ahora.
Victoria asintió y se largó junto con él. Arianna se quedó mirando el rostro de Orión, mientras este le dio la espalda y se alejó caminando por el césped verde recién regado.
»—¿Qué te está pasando, hermano?—se preguntó la pelirroja, apretando los labios llenos de carmín.«
Victoria y Nicolás caminaban por la acera de la calle, con el viento azotándoles por detrás. Nicolás permanecía callado, con sus manos metidas en los bolsillos de su gabardina negra y Victoria le miraba de soslayo.
—Prométeme que no estarás mal—comentó rompiendo el silencio.—Lo hiciste por su bien, si no, ahora mismo habría otro muerto mas. Richmond se está ganando una mala fama de muertes este año, sin contar la masacre de los lycants. Vamos, Nico, eres un hombre fuerte, así que sonríe, no me gusta verte así...
—Estaré bien—alzó la mirada con una media sonrisa.—Gracias por todo, Vicky.
—¿Qué harás ahora?—preguntó dudosa.—Ni se te ocurra tomar ni una gota de whisky, cuando te da el bajón te pones insoportable.—soltó una leve risa.
—Lo mas seguro me vaya al bosque, haber si consigo cazar algo, y después me iré a casa e intentaré relajarme.
—Haces bien...
—Cuídate, nos vemos pronto, ¿vale?
—Claro, hasta luego...—se despidió con un leve gesto con la cabeza.


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