• Sinopsis

    Julietta es una joven mujer que es atropellada de noche en las calles de Waterbill City, donde es salvada por un vampiro y mas tarde recogida por su mejor amiga, Isabella Vantherfiel, la cual le ayuda en su nueva vida como neófita. Ahora ha vuelto al pueblo...

  • Personajes

    Conoce a cada personaje de esta historia de vampiros, brujas, licantropos, demonios, ángeles... ¿A que esperas? Adentrate en las afueras de Richmond

  • Capitulos

    No te pierdas ningún capitulo de esta historia. Adentrate en este viejo pueblo y averigua que es eso oscuro que acecha a nuestros personajes.

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sábado, 1 de marzo de 2014

Capitulo 2 - El baile de las sombras (Parte 2)


Volver a Cap.2 El baile de las sombras (Parte 1)

Las tres fueron directas a pagar sus vestidos, mientras que en la mansión de los Hulfreyed, Arianna andaba algo nerviosa buscando a su hermano.
—¡Orión!—chilló.—¿Puede alguien explicarme por qué vamos a celebrar un baile en honor de una bastarda? ¡Que yo recuerde fue convertida a traición, debería estar muerta, como el resto de su familia!—exclamó soltando la invitación sobre la mesa para tomar café, donde en frente, permanecía sentado Orión y su hermana pequeña Jane.

—Relájate, hermana. Es solo un pequeño baile de bienvenida...—dijo despreocupado.—Además, fue decisión de nuestro padre, no mía. Así que no vuelvas a gritarme o te juro que estás comiendo verbena el resto de tu vida.
—Ella no se merece nada. Su familia hizo daño a la nuestra, sobre todo a ti. Tiene que morir, no tiene que seguir viva, ni un minuto mas.
En ese momento, un hombre de cabellera larga y negra recogida en una leve coleta, apareció entre las puertas correderas del salón. Michael Hulfreyed, uno de los primero vampiros Arcanos y padre de cinco hijos.
—¿Y tus modales, Arianna?
La pelirroja se dio media vuelta.
—Pero padre, ¿no se da cuenta? No tenemos por que hacer esto. No es algo que debamos celebrar.
—Un cambio no estaría mal...—dijo con su gruesa voz masculina. Sus ojos rojos inquietos observaron a sus hijos.—Es más, me intriga saber como está esa chica tan...peculiar, ¿verdad Orión?—le observó con un poco de ironía en sus palabras.
Orión apartó la mirada apretando sus labios y salió de la sala rápidamente. Arianna bufó enfadada y se sentó junto a su hermana, que permanecía callada. Michael fue a la busca de Orión.
—¡Orión, espera!—dijo Michael cogiéndole del brazo y volteándolo hacia él.—Anímate, estará bien volver a verla, habrá crecido bastante desde la ultima vez que le viste.
—¿De verdad crees que me importa? Dame por perdido en esa celebración.—comentó con seriedad, y en un gesto se dio media vuelta, subiendo las escaleras hacia su habitación.

****

Una vez mas, Julietta no podía quitarse esos ojos azules de la cabeza. Mantenía su cabellera apoyada en la almohada y sus manos permanecían inquietas jugando con las sabanas. Suspiró levemente y observó que ya era media noche. Aún no estaba acostumbrada a pasar las noches despierta, ni menos a ser vampiro, aunque el cambio no le importó. Miles de preguntas se adentraban en su mente, ese joven le preocupaba bastante, y sobre todo el hecho de que le salvara se le hacía extraño, apenas le conoce.
Cuando los rayos de sol entraron por la mañana en la habitación, Julietta frunció el ceño extrañada, según las novelas sobre vampiros que había leído, los vampiros ardían a la luz del sol y ella no se quemaba. En ese momento Isabella entró en la habitación con una bandeja repleta de comida, y como no un vaso lleno de sangre.
—¡Buenos días, preciosa!—dijo poniendo la bandeja a un lado de la mesa de noche.
—¿Y este desayuno? ¿No era que los vampiros no comían comida humana?
—Podemos comer comida humana, pero no nos alimenta tanto como la sangre. Yo desayuné dos donut's de chocolate esta mañana, te iba a traer algunos, pero se acabaron.—dijo sonriendo.—Cómetelo todo, hoy es un día especial.
—Tengo una pregunta, Bella...—comentó frunciendo el ceño.—¿Por qué no nos quemamos al sol? Se supone que los vampiros mueren así...
Bella mientras habría las ventanas para que entrara un poco de aire a la habitación miró a Julietta de reojo.
—Bueno, puedo contarte la historia si quieres, pero es un poco larga.
—Tenemos tiempo.—sonrió ilusionada.—Vamos cuéntamela.
Bella se sentó en la cama junto a Julietta y se acomodó un poco. Tomó aire antes de empezar a hablar:
—Pues veras...hace muchos años, sobre la época Victoriana, en un viejo pueblo de New Orleans junto a la costa emigró un barco de mercancía de vinos. Rosemarie Obertrus, la primera bruja de todas y la mas poderosa, caminaba por la zona en ese momento, y su curiosidad por saber que había dentro del barco le pudo. Así que al entrar no encontró a nadie y eso le extraño, mas que nada porque aparte de vinos, había varios ataúdes de madera vieja también. Abrió uno de éstos y se encontró con un hombre de cabellera negra y lisa, el cual salió del ataúd algo atemorizado por los leves rayos de sol que entraban por los recovecos del barco. Su nombre era Michael Hulfreyed, uno de los primeros vampiros Arcanos...
—¿Vampiros Arcanos?—preguntó asombrada Julietta.
—Sí, son los primero vampiros que existieron en la tierra, los mas poderosos y los mas temibles.—Le explicó, así nuevamente continuó con la historia.—Total, que Rosemarie y Michael se miraron y él supo que era una bruja, y notó que en su vientre, latían tres corazones más...
—¿Estaba embarazada?
—Sí, ahora déjame continuar con la historia. El caso es que el padre de esos tres bebés, era un humano, y las brujas no podían procrear con otro ser que no fuera brujo. Así que Michael y ella llegaron a un trato. Michael se quedaba callado y mantenía su secreto, mientras que Rosemarie hiciera un hechizo que les permitiera a todo vampiro o vampiresa, no quemarse con el sol. Y así es como ahora, no nos morimos cuando el sol toca nuestra piel.
Julietta pestañeó varias veces, asimilando la información que la rubia le había contado.
—Vaya...—dijo al fin.—Y...¿Esos vampiros Arcanos, siguen vivos?
—Obvio que si, el mismo Michael Hulfreyed nos invitó al baile. Toda su familia estará allí, incluso las otras dos familias Arcanas, Los Malkeivian y Los Surian...—Sonrió levemente.—Venga, tomate el desayuno y ve a arreglarte, no mas de unas horas empezará la fiesta.
Julietta asintió con la cabeza y alzó el brazo para agarrar el vaso repleto de sangre. Isabella salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Después de tomar el desayuno, puso sus pies descalzos sobre el suelo de madera y un escalofrío subió hasta su espalda. Se levantó y observó el vestido negro que compró ayer aún plastificado sobre la silla del tocador. Lo cogió entre sus manos y miró cada detalle de él, en verdad era hermoso. Le quitó el plástico y lo puso encima de la cama, para luego tomarlo después de la ducha.
Aún con el cabello húmedo, terminó de darle forma con unos leves rizos y se agarró el flequillo hacia atrás. Se puso el vestido rápidamente y llegó el momento que para ella, era el mas odiado. Ponerse los tacones. Suspiró pesadamente y apoyándose sobre la cama, se puso los tacones negros. Alzó la barbilla, poniendo la espalda recta, y se dignó a caminar por toda la habitación evitando caer al suelo.
Mientras, Bella y Amy esperaban abajo en la cocina, donde la joven rubia le daba un mordisco a una manzana roja.
—Bella, anoche cuando fui a cazar encontré algo extraño...—comentó Amy apoyándose en una de las encimeras de mármol blanco.
—¿A que te refieres?—frunció el ceño Isabella.
—Hay muchos Lycant's...—respondió suspirando levemente.—Pero no solo eso, su presencia es oscura, lo percibí mientras peleaba con uno. Tiene algo que controla su sed de matar.
—Puede que haya alguien queriendo apoderarse de ellos—comentó dándole otro mordisco a la manzana.—La pregunta es, para qué alguien querría tener un ejercito de Lycant's, es estúpido.
—Bueno, con un solo mordisco de Lycant un vampiro muere mas rápido que con una mordedura de licantropo...es mas venenoso.
En ese momento, Julietta bajó las escaleras, agarrada a la barandilla para no tropezar. Isabella y Amy se dieron media vuelta para observarla y ambas sonrieron. Ellas también tenían puestos sus vestidos y ya estaban preparadas para salir.
—Estás genial, Julietta.—sonrió Amy amigablemente.
—Sí, sí, todas hermosas, ahora vayámonos o llegaremos tarde.—comentó Bella apresurada, cogiendo su abrigo y abriendo la puerta.
El coche de bella estaba aparcado en frente y esta vez, conduciría Amelia. Julietta se sentó en la parte de atrás y se pasó todo el camino mirando por la ventanilla, observando con detalle el paisaje. Bella se giró en el sillón y observó a Julietta.
—Quiero que sepas una cosa, Julietta.—comentó Isabella.—Ángelo va a estar en el baile, el sabe de todos los seres sobrenaturales, así que no hay problema en que asista. El quería verte, después de tanto tiempo...
—¿Mi padre va a estar allí?—preguntó extrañada.—Desde que me fui a estudiar a la universidad, no he vuelto a saber nada de él.
—Estará bien volver a verle, ¿no crees?—sonrió levemente.—Ahora relájate, acabamos de llegar.
Amy y Bella salieron del coche las primeras, Julietta se tomó varios segundos en respirar profundamente y desabrocharse el cinturón. Cuando salió del automóvil, se sorprendió. La entrada de la mansión estaba muy bien decorada, los arbustos habían sido recientemente recortados, sin imperfecciones. El camino hacia la puerta estaba iluminada por pequeños farolillos colocados en el suelo. La gente ya había llegado, aunque había personas que aún estaban aparcando. Julietta caminaba detrás de Bella y Amelia, apretando con suma fuerza su chaqueta entre sus manos. Al llegar a la entrada las puertas se abrieron y la música empezó a sonar mucho mas fuerte que en el exterior. Era bastante moderna y las luces iluminaban con intensidad la lujosa entrada. Todo estaba decorado con enredaderas y rosas de un rojo muy oscuro. En ese momento Victoria Surian se acercó a las recién llegadas con una copa de algún vino clásico. Su vestido era largo y rojo  potente. Tenía encajes que mostraban la piel por la parte de los hombros y la espalda, dejando mostrar su atlética figura.
—Tu debes ser Julietta, ¿Cierto?—preguntó sonriente.
Julietta se dignó a asentir con la cabeza, respondiendo a su sonrisa.
—Me alegra conocerte al fin. Todo el mundo estaba hablando de ti toda la semana.
—Creo que me lo tomaré como un alago.—sonrió levemente.—Igualmente me alegra a mi también conocerte, Victoria...Aunque creo que no hacia tanta molestia por una simple bienvenida.
—Así somos los vampiros, nos aburrimos mucho. Ya sabes, tanta eternidad acaba agobiando...—dijo dándole un sorbo a su copa.—Bueno, estaré por aquí, pasarlo bien.
Bella fue directa a la mesa donde estaban las copas, y Amy se quedó hablando con Victoria. Julietta se encaminó a la sala de baile, no sin antes primero saludar a cada uno de los vampiros que se encontraba. Llegó en el momento donde la música se paró de repente. Las puertas de atrás se abrieron y apareció Michael Hulfreyed, acompañado de sus cuatro hijos, Arianna, Isaac, Jane y Galadriel.
Arianna fijó la vista en Julietta y frunció el ceño, pues odiaba estar celebrando su bienvenida. Isaac se mantenía insignificante, serio y frío, manteniendo su porte de atleta rígida con una copa en la mano. A Julietta le llamó la atención su cabello rizado y abundante y enseguida desvió la mirada hacia Michael, el cual empezó a hablar:
—Bienvenidos...—dijo asintiendo con la cabeza.—En primer lugar daros las gracias a todos por asistir, es un honor volver a reunirles a todos en un festejo como este. Y en segundo lugar y último darle las gracias a Julietta por asistir.—en ese instante Michael miró a Julietta, y a ésta le subió un rubor por las mejillas al sentirse observada por todos.—Disfruten de la velada.



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